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domingo, 19 de febrero de 2012

La melancolía es un licor bien caro

La noche era fría pero muy clara, la típica noche en la que no podía dormir mientras a su alrededor el mundo hibernaba. No hay nada peor que una noche en la que no puede dormir porque la soledad se convierte en un cobertor de cama más que no abriga y agobia...

Se sienta enfrente de la ventana, entra la luna y la ilumina con su claridad tanto que ve su reflejo en el cristal. Agarra la botella que descansaba encima de la mesa y trago a trago la vacía, vertiendo de ella su rencor. De soledad se llena a medida que la botella se vacía, mientras, su reflejo la observa.

Convirtiéndose en dolor, criatura más oscura cuánto más ajena la sentimos... Y ello va aguzando cada vez más su punzante presencia hasta que no hay nada salvo asaeteante negrura que la Luna no degrada  (faro de calma y melancólico consuelo) y penetra y muerde los poros de su piel como rabiosos canes mientras burlonamente ríe en el reflejo.

Se siente acuchillar por un millón de dagas plateadas frías y letales y oye su pulso resistiendo, rugiendo vida en sus orejas y luchando por vivir aún involuntariamente, pero se va paralizando, ralentizando... y todo es negro y denso como el hollín.

Despierta con la claridad del Sol que ha venido a rescatarle de las sombras negras como el tizón, porque los ellos grises y malévolos no existen en ésta multicolor realidad...

jueves, 2 de febrero de 2012

Heaven to Hell

Y hoy sangro asfalto, mierda y suciedad a borbotones. Ríos de negra amargura y cruda brea surcan mis venas, y llloro con tres eles porque nunca había dolido tanto. Porque jamás me había sentido tan...podrida por dentro, tan rota, tan sola,.... tan abandonada.
Soy la manita desconchada que asoma en medio del raudo caudal de líquido negro que clama al cielo en calma dentro de su desgracia. Soy el iceberg que sólo conocerás porque te avisaron de su existencia. Soy ese triángulo de las bermudas social. Existo y no existo, todo es relativo.

Soy el zapato que un caminante perdió y que nadie más echó nunca en falta, y hablo porque se me ha descosido una sonrisa sarcástica que ya nada ni nadie tornará en aparente serenidad porque estoy pereciendo en ese descampado que atraviesas cada día entre notas musicales y no hay signo que indique mi pestilencia y podredumbre. Por eso la dignidad es tan voluble, por eso el sol y las ratas descosieron mi sonrisa, porque el espectáculo debe continuar como quiera que esté el figurante.



El decadentismo. El arte de morir en belleza. Bajar a los infiernos y regodearte en la miseria, lo turbio y en descomposición.                                                                                                  

Todos bajamos a nuestro propio infierno de cuando en cuando.