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lunes, 24 de febrero de 2014

The East


Aviso a navegantes: quien busque una película de acción trepidante, no la va a tener, porque no es un western. Pero me ha parecido una película magnífica por la visión de las cosas que plantea: la muestra de que hay cosas sumamente podridas en nuestro sistema, y que evidentemente no funcionan, empezando por el asunto de la comida en perfecto estado en la basura.
El grupo anarco (¿de dónde sale eso de que es anarquista?)-barra-"ecoterrorista" me ha gustado mucho. No veo un estilo de vida muy alejado de algunos grupos de veganos y comunas que hoy día existen (salvo en lo de que son terroristas, claro está). Pero me ha gustado mucho por la expresión del amor, del cuidado del uno por el otro, aunque hacia el final de la película los personajes pierdan un poco de coherencia y esta faceta se pierda... El tempo narrativo no es muy rápido, pero tampoco se estanca en ningún momento. Sin prisa, pero sin pausa, vaya. Tiene un ritmo más o menos estable a lo largo del filme, aunque haya clímax y anticlímax (como en todas). 

Para mi gusto, es menester destacar cuatro escenas: la escena de la botella es muy bella, muestra tantísimo la necesidad de amor y de cariño..., la del lago, que me dejó sin palabras: tenía algo de primitivo, de natural, de salvaje y de civilizado, todo a un tiempo. Para el que no haya entendido la escena: es su bautismo, su verdadera iniciación, está empezando a ser permeable. A lo mismo me remito a la tercera escena que destaco; la de la cena, que es toda una lección de inteligente humildad (¿es más inteligente el que comparte o el acaparador?). Por último, es más que destacable el monólogo con el piano de fondo (sublime) acerca de qué son «The East»:
« We are The East, and we are your wake up call. We are not hiding from you; we are you. We are the morning you got off the treadmill and ran under the open sky. The first time you kissed someone and they kissed you back. We are the night you couldn’t sleep. The night you were staring at the ceiling thinking “Is this it? Is this the best life has to offer?” No. There is a freedom in you that knows no fear. »
«Somos El Este, y somos tu llamada al despertar. No nos escondemos de ti; somos tú. Somos la mañana en la que te saliste de la rutina y corriste bajo el cielo. La primera vez que besaste a alguien y ese alguien te devolvió el beso. Somos la noche que no podías dormir. La noche en que mirando al techo pensaste "¿esto es todo? ¿esto es todo lo que la vida ofrece?". No. Hay una libertad en ti que no teme a nada».

Los actores son buenos, aunque Sarah (Brit Marling) a mí me ha dejado un poco fría, un poquito de expresividad no le vendría mal a la chica. Ellen Page está impecable, y Saskargard está más o menos a la altura, aunque la cara de perturbado le acompaña un poco de más a lo largo de la película.
Los personajes muestran y encarnan problemas de la vida cotidiana en las que el mandamás y el dinero rigen. Son problemas que están a la orden del día en cualquier parte del mundo. Son los los trapos sucios que las grandes empresas tapan con montañas de millones, pero que no evita que la gente siga muriendo a millares.
El final de la película flojea, pero creo que aún así merece la pena verla. Se le podría haber sacado muchísima más chicha al tema, al guion... Lástima. 
Suscita una serie de preguntas acerca de legalidad y la legitimidad que no deben ser despreciadas ¿todo lo legítimo es legal? ¿deben hacerse cosas ilegales en pro de la legitimidad o lo lícito? ¿es terrorismo hacer probar de su propia medicina a alguien?

Nota final: 7.

jueves, 20 de febrero de 2014

Sincorazón (V): «Vendetta»

Si no has leído los capítulos anteriores: aquí te dejo el primer capítulo, el segundo, el tercero y el cuarto.


Quisiera poder decirle algo a Julio cuando me pregunta por ti, pero no sé qué decirle, ni qué le habrán dicho de por sí en el colegio. Tiene llantinas constantes, se enrabieta, patalea, y yo le envidio. Tan solo expresa lo que yo siento. Intento ser fuerte por y para él, pero es tan difícil no romper a llorar… Mariam y Aleix hacen lo que pueden, pero Julio echa de menos a su madre. Y yo te echo tanto de menos… Nuestras tardes viendo películas en la televisión del salón y con una manta por encima, nuestras cenas con un albariño, nuestros turnos para cocinar, nuestras caricias a cualquier hora del día y de la noche... Nuestra felicidad. Quisiera poder hacer algo. Tanto Julio como Ágora me mantienen ocupada y yo me ocupo de que así sea. No quiero volcarme en una botella de whisky o en humos de marihuana. No puedo privar a Julio de su madre, no le puedo hacer eso. Bastante le han arrebatado ya a su joven mente. Me sigue preguntando por ti, mis titubeantes explicaciones sobre la muerte no le convencen. Al menos puedo articular tu nombre sin llorar acto seguido.
Los periódicos siguen llamando, aunque no entiendo por qué. Bueno, por desgracia, sí que lo entiendo; he sido primera plana en internet y en los periódicos postrada ante un ataúd. No todos los días hay un suceso tan jugoso que involucre a una bloguera conocida. Todos quieren pescar en el río revuelto, pero nadie ha extendido sus redes más allá de mi familia. Tiene que haber mucha más verdad ahí fuera que averiguar, empezando por la identidad de esos desgraciados que te arrebataron la vida. ¿Y de verdad tienen el valor de hacerse llamar periodistas…?

BRRRRZZZZZT. BRRRRZZZZZZTT. Empezó a vibrar el móvil sobre la mesa de la cocina.  
—¿Sí?
—Hola, buenas, llamamos del periódico NuevoMundo, estamos haciendo un reportaje [bla, bla, bla] ¿podemos usar fotos, convenientemente retocadas para ocultarle, del hijo de la señorita Suances?
—No, no pueden sacar imágenes de Julio. Y él también es mi hijo.
—Aham… comprendo. ¿Y suyas?
—No, tampoco pueden usar fotos mías para ilustrar la noticia. ¿Acaso no se ha visto mi cara ya bastante en televisión…?
—[…] Permítame una última pregunta.
—Adelante ―dije con tono neutro― mientras me preguntaba por dónde me iba a salir.
—¿Es cierto que usted tuvo algo que ver con la muerte de la señorita Suances?
—¿¡Pero qué se ha creído, pedazo de capullo!? ¿Cree que puede llamar y acusarme así, en mi cara? ¡Cómo vuelva a llamar, o publique una infamia, lo denuncio!

          Apuñalé la tecla de colgar y tiré el móvil al sofá. Se van a enterar. Tan prestos para rebuscar en la basura del pasado y tan indignos para rebuscar en la basura de los que me habían arrancado al amor de mi vida. Antes que bloguera, fui y soy periodista. Hurgar en las heridas es parte de los requisitos de esta profesión. Si ni la policía ni los supuestos “medios de comunicación” lo hacían, lo iba a hacer yo. Se había acabado el aguardar noticias de brazos cruzados. Iba a salir a buscar la verdad, con ayuda de la policía o sin ella. Iba a buscar a los culpables, ya que a nadie más parecía interesarle encontrarlos. Aunque fuera lo último que hiciera, iba a averiguar quién estaba detrás de tu muerte y por qué no se investigaba nada al respecto. Mejor aún. Voy a eviscerar a esos cerdos.  


Vendetta.