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miércoles, 9 de enero de 2013

AAAARRRRRRGHHHHHHHH

Llevo unos días rumiando esta entrada. Llevo unos días como un volcán a punto de entrar en erupción. Todo por algo que debiera ser tan sencillo y elemental como cambiar de compañía. PUES NO. Esto es lo más parecido a cagarles en el felpudo a la panda de chorizos, timadores (y un par de calificativos que me ahorro para no ser repetitiva), aunque quisiera cagarles en la almohada.
La situación es más o menos la que sigue:
Mi contrato vence. Me llaman de distintas operadoras para ofrecerme renovar con ellos. Mi excompañía (R/Vobafone) me ofrece mantener mi tarifa tal cual y darme un terminal nuevo bastante mediocre, pero mejor que la puta mierda de blackberry. Decido que me convence y acepto. Voy a la tienda a completar la renovación. ¡Pero, oh, fatalidad! Tengo que cambiarme a su nueva mierda de tarifa (con 500 sms 'gratis' como 500 mierdas y un porrón menos de minutos) y además pagar un pastizal por el terminal si quiero el teléfono. JAJAJAJAJAJAJAJA.
Siguiente paso: Orange y su tarifa más parecida a la mía anterior. Me regalan un terminal (mejor), pago menos al mes y en menos de una semana tendría el terminal en mis manos. Ohhhhhh ¿es eso del horizonte el Edén...?
LOS COJONES.
Ahí comienza una guerra de llamadas en la que me llaman casi cada día ofreciéndome "ofertas" que me dan ganas de reír porque se piensan que soy gilipollas. Teleoperador@s más inútiles que la g de gnomo, más incapaces de mirar unas simples características de un teléfono que cualquier usuario medio y unas tarifas sencillamente incomprensibles y asombrosamente caras para la mierda que son. Me decido por Orange (Mierdistar/Movistar lo descarto de entrada por razones éticas) y Vobafone me llama en un desesperado intento por que me quede ¡ofreciéndome pagar diez euros más al mes y dándome un terminal que llevaría lo menos tres años de desfase!. Me río por no llorar y comienzo la portabilidad decidida a dejar atrás de una vez por todas el infierno que supone cambiar de compañía. Es cuando YA está comenzada cuando Vobafone vuelve a llamarme para ofrecerme lo que yo considero la tarifa ¡Nooooooooooo... no te vayaaaaaas! y decido que ya está bien de mamoneo y que les van a dar por saco por liantes y oscurantistas.
Todo queda cerrado y visto para sentencia y yo ya solo puedo ansiar el día en que llegue el teléfono y pueda almacenar como material de construcción la blackberry...
Me encuentro con que la portabilidad ha sido hecha a tiempo y en su fecha... Todo perfecto salvo por un pequeño detalle: NO TENGO NI EL TELÉFONO NI LA SIM EN MI PODER.

¿Y eso qué significa, Señorita Iracunda? Que estoy entre Pinto y Valdemoro con la putada adicional de que, además, estoy sin teléfono ni físico ni metafórico. Perfecto. Tras nada más y nada menos que dos viajes a la tienda y media hora colgada al teléfono (la vez que me lo cogieron de las tantas que llamé) consigo que me digan que, con suerte, mi teléfono llega mañana (al fin) y ellos se llevan una bonita hoja de reclamaciones (con la que muy probablemente se limpien el culo) con la que siento que al menos he ejercitado mi derecho a la pataleta ya que no puedo hacer nada más por joderles.

Así que ahí va un poquito de mi ira y de mi mierda aunque no os interese y mi más ferviente esperanza de que llegue mañana y no me dé una embolia de la ira.
¡¡¡Pudríos en el infierno, malditas!!!.


lunes, 7 de enero de 2013

Situaciones típico/tópicas del homosexual (III)

Número 4 o «Estoy de acuerdo siempre y cuando no sea en público»
¿DOBLE RASERO? ¿DÓNDE?
Sí, amigos bloggeros, esta es una respuesta no tan infrecuente cuando se le pregunta a una persona de a pie si está a favor o en contra de la homosexualidad (por otro lado... algo tan absurdo como estar en contra de que salga la Luna). 
Esta situación es especialmente hilarante cuando el interlocutor en cuestión desconoce que uno o más integrantes de la conversación que está teniendo lugar es homosexual/bisexual. Sale el tema de refilón y se deja caer la pregunta «¿Y tú, qué opinas de los gais?» (¿Hola? ¡Las lesbianas existimos!).
Entonces, con total naturalidad y absoluto desparpajo, sobre todo si tu interlocutor tiene de treinta y pico 'p'arriba' te dará la susodicha respuesta. Y a ti se te quedará el doble rasero incrustado en donde no luce el sol con una pregunta que te comerá por dentro: ¿Y por qué cojones es lícito que una pareja hetero se dé el lote a todo meter casi donde y cuando quiera y no se les mira mal?. Que, digo yo, que con eso del igualitarismo que propugnamos, lo coherente debiera ser que o todos o ninguno, eh. Que si el amor es ofensivo lo es en todas las variantes de dicho sentimiento. 
Lo mejor de esto es que se quedan tan 'oreaos' tras soltar la frasecita. Puedes reírte internamente, intentar convencer o hacer gala de un pasotismo extremo típicamente español. 

Número 5 o «Astillas de estupidez»
Me temo que esta es una pregunta bastante común «¿Quién es el 'hombre' y quién la 'mujer'?». Queridos ignorantes del mundo, ahí va una revelación: si eres lesbiana es porque eres mujer y te gustan otras mujeres; si eres gay es porque eres hombre y te gustan los hombres. De ser de otro modo sería porque te consideres transexual, intersexual o vaya usted a saber. Es decir, dos mujeres o dos hombres en una relación que se quieren y aceptan como hombres y mujeres respectivamente y punto. Si hablamos de los roles y comportamientos esperados de un hombre o una mujer (cosa que es arbitraria y no decidido por la sociedad sino impuesta inconscientemente) es otra historia. 
Conclusión: pregunta a unos palillos chinos quien es el tenedor y quien la cuchara. 

Número 6 o «Me voy a hacer bollera» 
¿Quién no ha pasado por esta cómica situación? Uno está hablando con una amiga que sufre/ha sufrido un fuerte desengaño amoroso recientemente y en medio de la llorera-histeria-ira, suelta la frasecita. Parece ser que no encuentra mejor salida para su despecho que la homosexualidad... ¿En serio?. ¿De verdad la gente se cree que uno "se hace" gay/les/bi como si se chasqueasen los dedos? ¿Que por estar con alguien de tu mismo sexo las cosas son más fáciles o todo es un camino empedrado con gominola y pétalos de flores y unicornios bailando la macarena? 
Queridas amigas heterosexuales, ERROR. Si de por sí sabemos lo complicadas que somos las mujeres (en la mayoría de los casos)... ¿dos juntas? ¡Equivalente a complicación al cuadrado! ¡Sin olvidar dos menstruaciones juntas y-o simultáneas! ¡¡¡SSSSÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ!!! 
Y eso por no hablar del incómodo hecho de que abandonarás la cómoda heterosexualidad para incursionar en el mundo de los cuchicheos y los correveidiles que llevarán la nueva. (Gais de mi corazón, suponiendo que alguno lo lea, no os sintáis discriminados, pero no puedo hablar de algo que no conozco sin ponerme en ridículo y no quiero ofender con suposiciones desacertadas). 
Así que, si 'eliges' ser bóller, te toca repetir pantalla y vivir la adolescencia y sus hormonas, sus montañas rusas emocionales, su no atreverse/poder presentar a la novia... y contarles a tus progenitores algo tan sencillo como que quieres a alguien. Hale, ¿te animarías o implosionarías? Voto por lo segundo, y si no lo harías, al menos no lo hagas porque puedes romper un corazón ajeno a tus pajas mentales


viernes, 4 de enero de 2013

Descripciones (I)


El arpón atrapa sueños
Es calificado como objeto decorativo mientras adorna una balda de salón. Mide no más de veinte centímetros de largo, con tres de grosor y un estrechamiento progresivo que llega hasta el pico curvo, diseñado para aferrarse al objetivo y no soltarle. En este arpón, el pico tiene dientes de sierra que hacen patente esta finalidad.
Habitualmente, está compuesto por dos partes: un mango de hueso tallado a partir del fémur de una pantera y una flecha hecha de platino. En este arpón, además de estar rematada en sierra la flecha, tiene ribetes plateados que configuran filigranas a lo largo y ancho del mango. El hueso está tallado con relieves de espumas marinas, tritones, sirenas y peces casi en su totalidad. El lugar honorífico del mango está ocupado por Poseidón, dios griego del mar, tallado con todos los detalles imaginables.  La flecha no tiene un color definido, es iridiscente y cambia de color con los cambios de luz.
 Puede ser usado por cualquier persona, sin distinción de razas, sexos o sexo con el que se acuesten. Dejar fuera del alcance de niños menores de doce años; su uso inadecuado puede producir lesiones. Empléese preferentemente cuando el durmiente se encuentre en fase de sueño profundo, cuidando de acertar al sueño y no al yaciente accidentalmente.
Láncese contra la neblina onírica que flote en el entorno del durmiente, recoja el arpón cuidando de no desgarrar el sueño al desincrustarlo de los dientes de sierra e introdúzcalo en una botella. Respire el sueño de la botella para repetirlo. Precaución, los sueños excesivamente desgastados causan intoxicación leve.


Decoración exótica
Parecía un simple objeto de decoración que cogía polvo en la balda del salón. Alargado como un pequeño machete, con un estrechamiento gradual que desembocaba en un pico curvado y unos dientes de sierra afilados, pero exquisitamente delicados, que lo convertían en un objeto ciertamente deslumbrante. Es evidente que los dientes sirven a una finalidad obvia —no soltar la presa—, pero me preguntaba qué podían aferrar en un hábitat tan poco propicio a la caza.
Lo examiné muy atentamente y descubrí que no era un todo como había imaginado, sino que tenía una minúscula juntura entre el mango y la flecha. La flecha, a mi inexperto ojo, parecía hecha de platino y su superficie refulgía y cambiaba de color con cada rayo de luz que recibía. Era, sin duda alguna, el objeto más bello que había contemplado.
Impresión que se vio reforzada al contemplar el mango. Presumiblemente hecho de hueso, estaba tallado con relieves en su totalidad. Eran de lo más variopintos, desde espuma de olas —rotas— con regusto de amargura pasando por tritones, sirenas y peces que inspiraban libertad. Todo ello sazonado con unos preciosos ribetes plateados que tejían filigranas entre los seres marinos. Tuve que rotar el arpón un poco para poder observar al Poseidón que estaba tallado en el lugar honorífico del mango. Era una figura tan exquisitamente tallada que podía sentir como sus mudos ojos me traspasaban, me imbuían de un regusto de poder más antiguo que el propio tiempo. Y me hizo recordar la utilidad de tan particular objeto: cazar sueños para poder volver a soñarlos.
Ningún requisito para atrapar sueños salvo puntería y madurez para ello. Tan gelatinosos como los peces y tan difíciles de pescar como estos. Tan fácilmente almacenables y tan fácilmente corrompibles e intoxicantes como sus escamas. Por eso tenía semejantes dientes el arpón, para retenerlos bien fuerte.