Se besan con ardor y dulzura y, mientras, sus ropas empiezan a vestir el suelo de la habitación, abandonadas a su suerte hasta que sean recogidas (o no). Pero no sólo la ropa, también visten el suelo sus dudas, sus inseguridades, sus miedos, su estrés, sus horarios, sus obligaciones... Hasta que quedan frente a frente de verdad, sin manto ni máscara que les cubra; tan solo ellas.
Tan candorosas como la piel que recubre sus ardientes entrañas.
En ese rato serán dos personas 'al descubierto', que se entregarán la una a la otra en pureza de alma y pura vulnerabilidad.
Simple encarnación de un sentimiento.
Sentimiento que tiene alma y cuerpo que aman.
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