Si no has leído los capítulos anteriores: aquí te dejo el primer capítulo, el segundo y el tercero.
Día D. Ya estoy en casa. Mariam y Aleix están conmigo. Vamos a pasar una temporada juntos. Tenemos que hacer cuña ante la vida, y como el escuadrón romano, nos replegamos antes de atacar. Hoy es el primer día que vuelvo a casa desde que tú no estás. Hoy es el primer día en que mi hogar ha dejado de existir. Todo sigue tal y como lo dejamos, incluso aún huele a ti la almohada. Tu cepillo de dientes está aún besando al mío. Mi reflejo no soy yo. Estas ojeras no me pertenecen, esta mirada difusa tampoco, y mis ojos rojos e inflamados como tomates cherry, menos aún. Pero parece ser que sí, que no he dejado de existir por extraño que (me) parezca.
Día D. Ya estoy en casa. Mariam y Aleix están conmigo. Vamos a pasar una temporada juntos. Tenemos que hacer cuña ante la vida, y como el escuadrón romano, nos replegamos antes de atacar. Hoy es el primer día que vuelvo a casa desde que tú no estás. Hoy es el primer día en que mi hogar ha dejado de existir. Todo sigue tal y como lo dejamos, incluso aún huele a ti la almohada. Tu cepillo de dientes está aún besando al mío. Mi reflejo no soy yo. Estas ojeras no me pertenecen, esta mirada difusa tampoco, y mis ojos rojos e inflamados como tomates cherry, menos aún. Pero parece ser que sí, que no he dejado de existir por extraño que (me) parezca.
Tus
padres son fabulosos, Aleix hace todo lo que puede por ocuparse de Julio; y
Mariam de mí. Aleix se lo lleva al parque cuando me desmorono. Mariam ha
rechazado por mí a no sé cuántos “periodistas” que querían hacer carnicería a
mi costa; cocina para todos y consigue mantener el tipo cuando Julio pregunta
por ti. Ojalá no tuviera que estar haciendo eso… Ojalá yo no fuera tan débil. Me
han dado la excedencia en el trabajo, un par de compañeros me han llamado para
ver qué tal estoy, pero no tengo fuerzas para descolgar el teléfono y romperme
por enésima vez. En mi sección de Ágora tan
solo hay un lacónico puñado de bits que justifican mi ausencia: «cerrado por
defunción», pero tu entierro y mi dolor han sido retransmitidos a medio mundo.
No soy capaz de escribir sin escribirte, no soy capaz de pensar sin pensarte,
no puedo querer sin quererte. Tendrán que apañárselas sin mí en el periódico.
Hoy los villanos modernos, los que trafican influencias, los que desvían fondos
a paraísos fiscales, estarán de celebración; bebiendo y fumando hasta la
extenuación porque una chinita en su zapato se ha pulverizado.
Ya
ha pasado una semana, parece mentira. Una semana y un día desde que te di el
último beso de hasta luego en tus inermes labios. Una semana llorando ininterrumpidamente.
Una semana sangrando por las noches y cicatrizando de día. Una semana en la que
siempre estás presente aunque siempre estés ausente. Una semana en la que mi
peluche ha sido una caja de valerianas y pañuelos de tamaño industrial. Creo
que no puedo seguir llorando. No me quedan lágrimas ya para llorarte, ni
palabras que puedan expresar lo que siento. El espejo me revuelve las tripas,
no me reconozco en él, y Julio a veces me tiene miedo. Hoy me he mirado por
última vez en ese maldito espejo y lo he roto en mil pedazos. Cada fragmento me
devolvía una imagen que me repelía, y me repelían tanto las partes como el
conjunto. Se fue a la basura sin contemplaciones.
Casi
dos semanas y media se han esfumado ya y apenas me he dado cuenta… Me estoy
lavando los dientes en un lavabo sin espejo. He decidido independizarme de ese
espejo de tres al cuarto que me pareció que nunca encajó realmente en nuestro
baño. No lo necesito. Me enjuago la boca, hago gárgaras con el colutorio y dejo
el cepillo en su sitio. Sin embargo, tu cepillo no va a besar al mío nunca más,
igual que yo no te voy a besar nunca más, pues ya no procede y yo no debo
estancarme. Lo cojo del vaso con un nudo en la garganta y un hilo de lágrimas
asomando ¿quién pensaría que iba a durar más él que tú en nuestra casa? Mariam
me mira comprensiva mientras yo, indecisa, piso a medio gas el pedal que abre
la papelera. Se acerca a mí con dulzura, toma mis manos entre las suyas y
deshace mi puño suavemente. Cayó con un ruido sordo sobre unas mondas de
patatas, y cayó la realidad con él.
Ya
hace casi un mes desde que te arrebataron de mi lado. Sigue sin haber noticias
de la policía. Nadie sabe nada, nadie ha oído nada ni ha escuchado decir. No me
cabe en la cabeza ¿cómo es eso posible? El crimen perfecto no existe, o no
sería tal por ser indetectable… ¿pero entonces? ¿Cuántos días más iban a pasar
antes de que realmente hicieran algo? ¿Qué les tomaba tanto tiempo? ¿Iban a
hacer algo por atrapar a esos malnacidos, hijos de Satán?
Continuará...