>

miércoles, 16 de abril de 2014

De armariosis y patadas


No hace mucho estuve yo haciendo el cambio de ropa estacional (y sí, yo me salto lo del «hasta el cuarenta de mayo…» porque estoy un poco loca). Y sacando y metiendo ropa, poniendo bolas de naftalina (esas cosas redondas que, por definición, huelen a vieja) me vino a la cabeza mi «armariosis», o hinchazón naricil de estar en el armario allá por mis tiempos del instituto. Esos tiempos en los que lo que apestaba a naftalina era yo. Ais. El caso es que limpiando y requetelimpiando me puse a pensar en aquella gente con la que me cruzaba en el insti y el «gaydar» empezaba a gritar. Era gracioso porque eran secretos a voces, pero no se sabía nada «oficialmente» ¿por qué? Porque mi instituto era de fachas, de tener siete hermanos y de militares a mansalva. Os podéis imaginar… Claro, así he salido yo; más rara que un perro verde con lunares coloraos.
No puedo evitar preguntarme qué fue de todas aquellas personas y si sufrirían la misma «armariosis» que yo aunque fuera unos años más tarde. Cuando maricón y bollera (y más el primero que el segundo, gracias a la doble invisibilización de ser mujer y lesbiana)  eran insultos más que habituales en nuestra más tierna edad ¿acaso no repercute en ti, en tu autoestima? Ese lenguaje puede calar en ti y cambiar radicalmente la manera en que te ves. Hasta el punto de que te consideres un enfermo, un desgraciado, un contra natura… Y suma y sigue. Si tú que me lees tienes unos padres que piensan eso o cosas peores, no desesperes.

Que vivimos en una sociedad heterocentrista, eso no es discutible, pero que el poder para cambiar las cosas es limitado, también. Por desgracia, los adolescentes homosexuales rechazados tienen un riesgo ocho veces mayor de suicidarse (¡¡!!), pero eso no significa que no haya nada que se pueda hacer, ni mucho menos. A lo que yo iba, que una manera de combatir esta «armariosis» es salir del armario. Pero no de puntillas, no. A patadas. Demostrar que estás hartx, que estás muy cabreadx de esconderte y no ser tú mismx. Arrearle un buen puntapié a la puerta de la prisión maldita y decidirse a vivir requiere valor, es tirarse en paracaídas emocionalmente. Pero al final, la cosa se reduce a lo siguiente: ¿hay otra vida aparte de esta para ser feliz?
 A mí, personalmente, me pasó eso, que acabé hasta el nepe de oler a naftalina, de andar susurrando por las esquinas y de chocarme con las perchas (por desgracia, nunca encontré Narnia), y le acabé arreando tal patadón a la puerta, que no quedó ni una bisagra en pie. Siempre es más fácil cuando cuentas con gente en la que apoyarte, pero si no, si has llegado hasta aquí en este tocho petardo, yo te digo que toda una comunidad online te apoya. No eres la/el únicx, no estás solx. Hay miles de personas a las que acudir si lo necesitas. ¡Vive, te lo mereces! Disfruta del aire libre, de cada soplo de él cuándo puedas respirarlo. No olvidéis que «Veritas vos liberabit», o lo que es lo mismo, que «la verdad os hará libres».


(Desafortunadamente, a veces el olor a naftalina tarda en desaparecer, pero es mucho mejor que el olor a amargura rancia).

3 comentarios:

  1. Muy bonito y muy sincero este post. Ojala todos fueran tan valientes como tu Lilit. Me apena mucho saber que hay tantos adolescentes que se piensan sin valor por creerse los insultos de sus compañeros y porque sus padres no les dan auto- estima o valor en casa tampoco pues viven criticando todo lo que hacen.¡ Felicidades por dar un testimonio que pueda ayudar a otros a sanar!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por pasarte, Lizette :)
      Me siento evangélica, con eso del testimonio que has dicho jajajajaja... Pero es verdad que hay que decir que todo mejora, que no hay mal que cien años dure y que hay que salir adelante.

      Un saludo.

      Eliminar
  2. Te dejo un premio en mi blog http://www.amglez.com/2014/03/versatile-blog-award-ii.html

    ResponderEliminar